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Ventas Grandes

Esopo, Atenea y el náufrago piadoso

19 de octubre de 2015
Era difícil elegir la primera de las postales de esta sección de Motivación pues hay muchas y excelentes en nuestros archivos privados. Algunas publicadas ya en otras aventuras editoriales anteriores a esta, y otras, nuevas, como la que vendrá a continuación: La justicia de Júpiter. Pero la del naufragio es la que más poderosa me parece. ¡Ojalá lector medite usted profundamente en ella y aproveche su sabiduría!

En aquellos días de la Edad de Oro en los que los dioses caminaban sobre la tierra y se mezclaban con los hombres, ocurrió una vez que…  Camino de Sicilia, navegaba un rico y piadoso mercader ateniense en un barco de carga y pasajeros, cuando de pronto,  cerca del estrecho de Escila (1), a causa de una súbita y violenta tempestad, el navío  empezó rápidamente a hacer agua.

La tormenta fue a más y el  barco se empezó a hundir. Y mientras los demás pasajeros se esforzaban  en tratar de salvarse, ora buscando algo con que flotar en el agua, ora preparándose a nadar hacia la costa próxima, el rico ateniense se aferraba al borde de la cubierta  invocando una y otra vez a la diosa Atenea (2), prometiendole  efusivamente, toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.

La tormenta continuaba creciendo en violencia y furor, y  el corazón del piadoso ateniense se iba encogiendo poco a poco, así, que  temiendo lo peor, el mercader redobló la intensidad de sus rezos. Pero en esto, uno de los que con él iban a naufragar en breve, y que se estaba preparando para ello, le oyó y  le dijo:

-«Pide y reza a Atenea, pero también a tus brazos.» (3)

Esopo concluye su fábula con esta reflexión:

Pide socorro a los dioses, cuando necesites su ayuda para resolver tus problemas, pero primero demuéstrales  que ya estás trabajando para solucionarlos. (4)

Notas:

(1) Esta reflexión u otras parecidas las encontramos también en muchas otras fábulas de Esopo. La idea, en otra forma, es que las cosas van mejor y se obtiene la ayuda de los dioses (o de la Fortuna) si mientras se ora para ello, uno no se olvida  mientras tanto de seguir trabajando en la  resolución de los problemas para los que solicita, el piadoso, ayuda divina. El lector no habrá dejado de anotar la similitud entre esta idea y muchas otras posteriores  como por ejemplo: el refrán español A Dios rogando y con el mazo dando, el anglosajón: Ayúdate y Dios te ayudará,  O el Ora et Labora de San  Benito.

(2) Según  la mitología griega Escila y Caribdis eran dos monstruos marinos situados en las orillas opuestas de un estrecho canal de agua ―actualmente Estrecho de Mesina, situado entre lo que hoy es Calabria, en el sur de Italia, y la isla de Sicilia―. Tan cerca estaban sus orillas que los marineros que por aquellas aguas navegaban, intentando evitar Caribdis pasaban muy cerca de Escila y viceversa. La frase «entre Escila y Caribdis» ha llegado a significar el estado donde se está entre dos peligros y alejarse de uno significa acercarse al otro. Escila vivía en los acantilados y Caribdis adoptaba la forma de un peligroso remolino. Ninguno de los dos destinos era más atractivo que el otro ya que ambos eran difíciles de superar.

Para mejor conocimiento de este tema léase por ejemplo la cita completa en: http://es.wikipedia.org/wiki/Escila_y_Caribdis

(3) Atenea, también conocida como Palas Atenea es conocida principalmente, en la mitología griega, como la diosa de la guerra pero también es alabada como la diosa de la civilización, sabiduría, estrategia, artes, justicia y habilidad. Fue una de las principales deidades del panteón griego, nacida de la cabeza de Zeus  y uno de los doce dioses principales del Olimpo.

Véase por ejemplo en: http://es.wikipedia.org/wiki/Atenea

(4) El lector encontrará en otras fuentes múltiples versiones de la fábula de Esopo en la que el dicho final de su compañero de viaje es ligeramente diferente:

“-  Pide a Atenea, pero también a tus brazos, para que (ellos te) soporten (lleven) hasta la costa:”  http://www.zunzun.cu/new/leer.asp?Noticias_ID=1146

O este otro, menos clásico pero con igual significado:

“- Está bien orar con frecuencia a los dioses pero sin dejar de lado nuestro propio esfuerzo para salvarnos.”

 Titanes como Esopo nos advierten de que, aunque no estamos solos ―los dioses nos acompañan―, estos aman a los que se ayudan y se muestran indiferentes a los que esperan que otros acudan primero en su auxilio. Es necesario que, ante cualquier adversidad, activemos nuestras neuronas y nuestros brazos, antes que nuestras oraciones. (No digo en lugar de o en oposición a, sino con anterioridad a nuestras súplicas ante Poderes Superiores.)

Visto en: http://www.cuentosyfabulas.com.ar/2009/10/el-naufrago-esopo.html

(5)  El crédito de la imagen utilizada es:  «JEAN LOUIS THÉODORE GÉRICAULT – La Balsa de la Medusa (Museo del Louvre, 1818-19)». Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons. A quién agradecemos su cortesía al facilitar el libre uso de esta imagen.

Me despido a la romana: ¡Siga con salud!

Miguel Villarroya Martín / Madrid. España / Fab.001 / 19 de octubre de 2015