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Ventas Grandes

La Fábula de El Viejo y la Muerte

22 de diciembre de 2015
El Viejo y la Muerte (1) es una fábula escrita por Félix de Samaniego (2) incluída en su obra titulada: Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado, que dice así:

El Viejo y la Muerte: una fábula discutida
El Viejo y la Muerte: una fábula discutida

El Viejo y la Muerte.

     Entre montes por áspero camino,

Tropezando con una y otra peña,

Iba un viejo, cargado con su leña,

Maldiciendo su mísero destino.

    Al fin cayó, y viendose de suerte

Que apenas levantarse ya podia,

Llamaba con colérica porfia,

Una, dos y tres veces á la muerte.

    Armada de guadaña en esqueleto

La parca se le ofrece en aquel punto;

Pero el Viejo temiendo ser difunto,

Lleno mas de terror que de respeto,

    Trémulo la decia y balbuciente:

Yo… señora… os llamé desesperado;

Pero… Acaba, ¿qué quieres, desdichado?

Que me cargues la leña solamente.

     Tenga paciencia quien se crea infelice,

Que aun en la situación mas lamentable

Es la vida del hombre siempre amable;

El viejo de la leña nos lo dice. (3)

 Félix de Samaniego  (4)

  Por la transcripción: Miguel Villarroya Martín / Arroyo de la Vega / Madrid / España / ventasgrandes.com / Fab.007

Notas:

(1)  Extraído en: El Instructor: Ó repertorio de historia, bellas letras y artes, Volumen 3. Número 28. Abril de 1836. Pág. 108. Del cual se transcribe con la grafía que allí se encuentra.  El Instructor era un periódico en español publicado en Londres por la Casa de Ackerman y Cía, en la imprenta de Carlos WOOD, Poppins Court, Fleet Street, en los años 30 del siglo XIX.

(2)   Información sobre el autor de la fábula: El Viejo y la Muerte puede encontrarse en línea, en algunos lugares tales como:

·         http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_Mar%C3%ADa_Samaniego

·         http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/samaniego.htm

·         http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/samaniego/pcuartonivelc25d.html?conten=autor

La obra señalada está disponible digitalmente.

(3) Yo no estoy tan seguro de que el viejo de la leña nos diga eso. En su última respuesta destaca más bien su agudeza e ingenio al recular frente a lo inmediatamente dañino, su instantáneo cambio de percepción acerca de lo que es un mísero destino ante la inminencia de la Muerte  y su rápida  e inteligente respuesta frente a la Parca.

Y claro está, su valoración de que es mejor una dura vida ―aún en la vejez y en condiciones lamentables― que la propia muerte, es manifiesta.

Algo, esto último, muy discutible, pues la vida se compone de momentos no siempre “amables” y algunos… terribles. El mundo grecorromano se opone en esto al cristiano y nos dice que una vida sin calidad no es una vida que deba soportarse y por eso la llamada a la muerte de “el viejo de la leña” se entiende mejor desde Grecia que desde la actual Roma.

El problema de si puede abandonarse a la muerte cuando la actual vida es insoportable, es una discusión abierta en nuestros días. Discusión que la Antigüedad clásica no existía.

Pero quedémonos con lo mejor y ahuyentemos las peores interpretaciones, y así, mientras tengamos una vida razonable, saludemos el nuevo día con la esperanza de que podremos ayudar a que sea un buen día más, para nosotros y para los demás.

(4) Hay precedentes anteriores a esta fábula de Samaniego. Véase por ejemplo la más lejana, la de Esopo:

En cierta ocasión un anciano, que había ido a cortar leña, la llevaba de vuelta por un penoso camino. Pero depuesta la carga  por las fatigas del camino, llamó a la Muerte. Cuando esta se presentó y le preguntó la causa por la que la llamaba, le dijo el anciano: —Para que levantes este peso y me lo pongas encima.

Esta fábula manifiesta que todo hombre es amante de su vida durante toda ella, por más desgraciada que sea.

Véase finalmente,  esta versión de La Fontaine:

La Muerte y el leñador
La Muerte y el leñador

Un pobre leñador, agobiado bajo el peso de los haces y de los años, cubierto de ramaje, encorvado y quejumbroso, caminaba a paso lento, de regreso a su ahumada choza. Pero, no pudiendo ya más, dejó  en tierra la carga, cansado y dolorido, y se puso a pensar en su mala suerte. ¿Qué goces había tenido desde que vino al mundo? ¿Había alguien más pobre y mísero que él en la redondez de la tierra? El pan le faltaba muchas veces, y el reposo siempre: la mujer, los hijos, los soldados, los impuestos, los acreedores, la carga vecinal, formaban la exacta pintura de sus desdichas. Así que deseó su fin e imploró a la Muerte; la cual, apareció sin tardar, preguntándole el  porqué de su llamada. Pero entonces el leñador se arrepintió y dijo: “Que me ayudes a volver a cargar con estos haces de leña; al fin y al cabo, en eso, no puedes tardar mucho.”

        La muerte todo lo cura pero mientras tanto, qué bien estamos aquí: antes padecer que morir, es la divisa del hombre.

(5) La primera imagen utilizada es del pintor inglés Joseph Wright y se titula: Old Man and Death (1774), el Hombre Viejo y la Muerte.

Leemos en la Wikipedia que: “Joseph Wright (3 de septiembre de 1734 – 29 de agosto de 1797), conocido como Wright of Derby (Wright de Derby) fue un pintor inglés famoso por sus pinturas de paisajes y sus retratos. Ha sido considerado el «primer pintor profesional que expresó el espíritu de la Revolución industrial». 

La segunda es un grabado del inmortal  Gustavo Doré. (La Mort et le Bücheron.)